Te esperé

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Te esperé mucho tiempo sentada en el sofá, aquel que había sido testigo de nuestros besos y caricias. Esperé pacientemente viendo la puerta, aguardando tu entrada con un ramo de flores en la mano y un perdón en tus labios. En las noches dejaba encendida la luz en caso de que te perdieras, quería que supieras que aún seguía aguardando tu llegada.

Con el tiempo los muebles se fueron llenando de polvo y el sofá se sentía magullado. Al ver que mi lugar seguro había dejado de existir, comprendí que no volverías. Ese día tomé mis cosas, le di una última mirada al lugar donde nuestras sonrisas, nuestros abrazos, nuestros besos y nuestras caricias no volverían a visitarnos, y con ese pensamiento apagué la luz y salí de ahí.

Te esperé mucho tiempo, pero el amor propio tocó la puerta para llevarme.

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