Afuera

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Siempre creímos que merecíamos un amor pleno y libre, estábamos hartos de situarnos en la oscuridad a la que nos había replegado el odio. Ese sábado en la plaza de la república, cuando me tomaste de la mano, nos juzgaron, los insultos de siempre se hicieron presentes y nos hirieron, pero aún dolidos seguimos avanzando por esos caminos que muchxs ya han recorrido antes, con menor o mayor prisa.

Nuestro amor nos hizo justicia. Fue un acto de sanación el descubrir juntos que era legítimo nombrarnos, alzar la mirada y aparecer en esos espacios en donde muchxs se rehúsan a coexistir con nosotros, tan solo porque nuestra presencia les incomoda.

Hoy ya no caminamos a la par, pero sé que cada quien, desde sus coordenadas, seguirá tomando simbólicamente las avenidas, las plazas y los parques. Es la lucha cotidiana por ser libres y caminar sin miedo en el afuera.

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