
Cuando te conocí el silencio habitaba en mí.
Ahora intento recordar cómo era tu forma de
reír, tu forma de hablar, tu forma de ser.
Mujer joven, mujer sensible, mujer viva.
En los jardines y ventanas
nunca dejó de brillar el sol, nunca.
Dejaste de prestar atención al retrato
oculto de los árboles, querías descubrir el
mundo a través de tus ojos, aunque las
imágenes no fueran bastante claras.
No te dabas por vencida,
gobernabas en ti como
un soldado listo para la guerra:
bailarina dispuesta a dar los mejores pasos
en cualquier campo de batalla.
¡Oh escritura, mi fiel compañera, mi eterno
cariño! El universo se detiene si pienso en ti.
Te conviertes en letras, te conviertes en
Amor.
No pude decirlo aquel viernes,
ahora quiero que lo sepas, eres
mi rosa roja sin marchitarse.
Cuando la hoja en blanco se encuentra
amanecen palabras: cabellos dorados,
manos rotas.
Irremediablemente el poema,
mientras lo escribo, canta y llora en espera
de últimos versos que nieguen la existencia
de la oscuridad.
Noche no es sinónimo de oscuridad, amor no
es lo mismo que cariño, pero debo justificar
cada letra manifestando sentimiento y pasión.
Yo renuncié a todo, pero mis ojos no
mienten, siempre verás en ellos el abrazo
que me diste.
Yo lejos de ti, tú lejos de mí. No te hablé,
no te busqué, pero te quiero y tu nombre
estará siempre vivo en cada una de mis
frases.
Al principio, el silencio se apoderó de todo,
ahora el poder lo tienes tú, un poder más
fuerte que la primavera y el invierno.
Mi cariño y amor pertenecen a la escritura,
es decir, mi cariño y amor pertenecen a ti.
29