Durazno

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Al fondo, una puerta color azul cielo, una habitación, una mesa de madera, unos libros empalmados y dos plantas que aún siguen vivas; dos más murieron al olvidar regarlas. A la izquierda, una ventana grande y con una cortina floreada. En el patio hay un árbol de durazno y sus ramas, junto al viento, tocan de vez en cuando la ventana; en sus ramas hay  diez o quince capullos. Me pregunto si los capullos en ese durazno me representan a mí, no lo sé. 

La habitación es mi confidente. Por eso, después de compartirla toda mi vida con mi hermana mayor, cuando me mude sentí un miedo profundo. Pensaba en cuántas personas han estado en esta habitación. Las frases escritas en el closet de madera y el intento de pintarlo de negro, las marcas y los clavos que sobresalen de la pared son evidencias. 

Junio se ha quedado grabado en mi memoria. Mudarme de casa fue un proceso rápido y lleno de caos y descontrol. Nada en ese momento estaba en mis manos, nada. Quizás algo sí, la residencia, ahora mi hogar. El baño asignado y los pensamientos obsesivos de mantenerlo limpio se convirtieron en el único sitio donde yo podría tener el control, quizás eso sí, podría controlarlo en todo este terreno nuevo, desconocido.

A 54 kilómetros de distancia de mi lugar de residencia, Cortazar ahora sería remplazado. Una ola gigantesca de emociones era algo desconocido, no podía expresarlo, me carcomía viva día tras día, frialdad en mi cuerpo, como una caja que había estado guardando tanto y un candado puesto firmemente. Y yo, con la llave en la espalda. Escribir y sentir, no importaba, mis palabras se marchitaron. 

Al despertar, levanto la cortina de la ventana y veo cómo van creciendo y madurando aquellos duraznos; de verdes y pequeños han pasado tener un color rojizo, brillante. Cuento detalladamente los capullos que cuelgan entre las ramas y pienso que, algún día, mariposas saldrán de ahí, que volarán tan alto, pienso en mí. Ese árbol de durazno me ha escuchado reír a carcajadas. De pronto nos observamos fijamente y conversamos de nuestra evolución silenciosa, sin decir, sin emitir ninguna palabra, pero a la vez diciéndonos todo, absolutamente todo.

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