Lo que fue de nosotras

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Para la chica de la tenaz obediencia 

 

Algunos días vuelvo al pasado y me pregunto qué habría sido de nosotras si nos hubiéramos quedado en el camino incorrecto.

Juntas, nos hemos reprendido y castigado. 

Juntas, deslizamos el filo metálico por la joven piel adolescente. En busca de refugio para un alma herida por la crítica de aquellos demonios a quienes solo buscábamos complacer en vista y convivencia. 

Estuve ahí, cuando la mano fría por culpa del viento, al final de septiembre, torturaba la garganta de la niña que con odio se miraba en el espejo.


Estuve ahí, contigo. 

Descubriendo juntas el papel y las letras, las historias modernas y viejas. La fantasía, el misterio y el terror. 

 

Juntas descubrimos que no era necesario rasgar la piel para sanarnos el alma. Tampoco necesitábamos despreciar nuestro reflejo ni subestimar cada parte de este cuerpo.
Bastaba un poco de tinta y una hoja en un diario cualquiera para encontrar la calma, y el alivio de tanta bruma que nos cegaba por el miedo. Bastaba con escribir, para gritar todo lo que no podíamos gritarle al mundo.

Cada palabra de desahogo fue un abrazo, merecido y necesario. Cada lágrima por cada paseo de la pluma sobre el papel cicatrizó las heridas y secó los ríos de aflicción color carmín.
Estuve ahí.

Porque somos una, en pasado y presente; levitando como almas vagas hacía lo que el tiempo dicte. Lo que esta mano me guíe a escribir en cada texto de desahogo fiel, trágico… feliz.
Y guardaré cada palabra de todo eso en mi corazón.

Todo lo que fue de nosotras. 

 

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