Mera coincidencia

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Entré al baño de damas del antro. Erika dijo que me esperaría afuera; solo quería retocarme el maquillaje, ya que con las bebidas se desvaneció de mis labios. El baño parecía extrañamente vacío, creí estar sola hasta que escuché un sollozo que me asustó.

Noté que uno de los baños estaba cerrado y, por inercia, me acerqué a tocar la puerta:

—¿Estás bien?

Casi al instante la puerta se abrió de golpe y retrocedí.

—Estoy bien, gracias. —Respondió una chica de aproximadamente mi misma edad, se le notaba el cabello despeinado, los ojos rojos de llanto y un golpe en la mejilla.

Salió y se puso frente al espejo para lavarse las manos y hacer lo mismo que yo. Retrasé mis movimientos con el labial para terminar de ver su ritual de belleza: se puso capas y capas de maquillaje que terminaron por cubrir el moretón que tenía en la cara.

—¿Estás segura de que estás bien? —Insistí con franca preocupación—. No se te nota tranquila.

— No es nada, en realidad; son cosas que nos han pasado a todas en algún momento.

—¿Cosas como cuáles? —Pregunté mientras terminaba mi retoque y me volvía hacia ella. Lo notó, estoy segura, mas continuó mirándose en el espejo.

—Llorar por reprobar una asignatura, soportar regaños y golpes de tus padres, escaparte para irte de fiesta y hallar a tu novio buscando a otra, cuando claramente te dijo que estaría en casa con amigos, ya sabes. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Admito que no supe que decir, solo miré cómo finalizó su maquillaje, arregló su cabello y forzó una sonrisa al espejo.

—Eso no es normal… No es algo que nadie merezca —comenté.

Suspiró pesadamente y me miró con sus ojos profundos pero apagados.

—Quizá no, pero así nos tocó vivir. —Sacó de su bolsa papel y una pluma, y comenzó a escribir.

—Si deseas hablar… —No completé la frase porque me entregó el papel.

 Leí su nota: “Ana”, adjuntaba su número de teléfono.

—¿Estás lista? —Llamaron desde fuera del tocador.

—¡Ya voy! —Respondió y nuevamente se dirigió a mí—. Adiós. —Sonrió de la misma manera como lo hizo frente al espejo.

 

CDMX, 2003.

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