
¿Qué haces tú para sanar el dolor que llevas en el corazón?, le preguntó Jessica a Jesús. Con el semblante tranquilo y con mucha luz en los ojos, le respondió: ¡Escribir, eso es todo! Me di cuenta de que, si cambiaba de actitud y dejaba ayudarme, podía volver a mi serenidad. Entendí que escribir todo lo que siento en un papel con una pluma me hace sentir feliz, y lo elijo todos los días por las siguientes razones:
- Cuando siento que nadie comprende mis pensamientos, escribo.
- Cuando quiero decir cosas y no puedo, escribo.
- Cuando comprendo algo nuevo, escribo.
- Cuando estoy al pendiente de mis ideas, escribo.
- Cuando mis pensamientos me molestan, escribo.
Escribo para quitarme todas esas imágenes dolorosas que me atormentan. Mientras lo hago, sucede que mis pensamientos se conectan con mi emoción y puedo descubrirme mientras percibo algún sonido, olor y sabor. Entonces, mis demonios se calman, se convierten en algo estético y terapéutico. Así es como sano mi dolor a diario y encuentro intimidad conmigo mismo.
34