Todo esto que escribo

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Una fuerza que obliga a escribir, hoy me tortura. Creo diferenciarla de un impulso creativo común, pues no deseaba dibujar o pintar como suelo hacerlo, una imagen no era suficiente, necesitaba palabras. Aquí hablo por mí, por lo que pasa cuando yo escribo. 

        La escritura es tan importante para mí, y no encuentro mayor placer que cuando me siento a escribir; es tan significativa que en este momento tengo miedo de no hacerle justicia al acto de la escritura con lo que aquí he asentado. 

        Pienso lo curiosa que es la portada de mi diario: un cráneo. Todo lo que esa libreta contiene es mi vida, pero ésta le pertenece a la muerte, es como si cada palabra supiera hacia dónde dirigirse, dónde terminará. Mi escritura es un lazo con la vida y también hace un guiño a la muerte.

        Recuerdo la primera vez que alguien leyó algo que escribí, fue en ese instante cuando sentí que algo cambió, en ese momento mi palabra adquirió un valor significante, un valor diferente que me mantiene en una disyuntiva en la que por una parte quiero compartirla para ser leída y por otra quiero guardarla solo para mí, como la posesión más preciada que tengo. Escribir también es perder, pierdo pedazos de mí, de mi historia. Pierdo las palabras para que otros se encuentren en ellas.

        Cuando escribo hay noches sin palabras, noches aparentemente infructuosas, pero que siguen siendo bellas porque todas esas palabras que no lograron llegar al papel rondarán sobre mí, preparándose para una próxima vez.

        Cuando escribo, la dualidad cuerpo-mente se desdibuja, mi cuerpo esta puesto en el proceso, escribo con mis lágrimas; pocos son los textos que no estuvieron acompañados con agua salada.

        Y con mi sangre, porque también he notado lo poco que escribo en los momentos de felicidad, siempre escribo desde el dolor, desde la ausencia y la imposibilidad, escribo por mi imposibilidad de decir, de poseer…  justo, al igual que en el intento de conservar algo con una fotografía, cuando escribo lo hago como un intento de poseer aquello que no puedo materializar. Escribir es dolor y gozo. Yo creo y escribo por amor y, sobre todo, por lo que falta, pues con lo creado entro en un delirio de completud. Por lo tanto, creo con la muerte… o quizás por la muerte, por saber que ése es el fin último.

 

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