
Escribir es
un portal
a un reino
de papel.
Es salir
a caminar
a ciegas
y perderse
en un bosque
medieval.
O aparecer
de repente
sentado en
un alféizar
en el
Empire State,
para saltar
y escapar
de Lucifer.
Es
desahogarse
en ríos de tinta
y otras veces,
flotar.
Es
un bote
y un ancla
en la que,
sin salir
ni viajar,
desaparecer
de la ciudad.
Escribir
puede ser
renegar,
resplandecer,
imaginar,
e incluso
enloquecer.
Y, a la vez,
amar
y llorar.
9