Aviso

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El futuro apareció ayer en el espejo. 

Me miró a los ojos,

mostró, altivo, sus manos viajeras; 

inclemente, la voz aguda de su canto.

 

Lo recibí con poco tiento. 

Visité sus entrañas,

hundí las cuencas en el frío mortal de sus desiertos.

 

No salí triunfante.

 

Me mostró los anhelos 

pospuestos para otras vidas.

Se llevó el ánimo,

bebió la sangre ancestral de mi tiempo.

 

Quiso tambalearme en la angustia del presente, 

recordarme la resignación autoimpuesta,

la pesadumbre del olvido, el tedio,

las voces que ya no suenan.

 

El futuro mostróse ayer en el espejo.

Dejó su regalo de sangre,

olor a fango y mezquite.

Ya es hora de retomar el vuelo.

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