El monstruo del gabán

pexels-atc-comm-photo-3732384-scaled-thegem-blog-default

Alaniz Almazán gritó cuando una mano se deslizó con fuerza contra su pecho. La sensación era realmente extraña, dolía, pero el dolor no era del todo físico; era como si todo su ser estuviera fragmentándose desde la esencia. Sentía su corazón destrozado en las garras del monstruo de su familia.

Por un momento cerró los ojos y pensó que nada de eso le estaría pasando si hubiera creído más en la historia que sus abuelos le habían contado toda la vida.

Sus tatarabuelos habían transmitido la enseñanza con firmeza y seriedad, sobre cómo la noche de su cita antes de comprometerse, un ladrón envuelto en un gabán había robado el monedero de la tatarabuela Magos y luego había golpeado y amenazado al abuelo Carlos con comerse sus entrañas. Para entonces el monstruo ya se había revelado, pero antes de lograr su cometido la abuela lo golpeó y también fue amenazada con la explosión de vísceras y luego el monstruo abrió un portal y lo atravesó en busca de un descendiente. Al parecer había “caído” muy atrás en su línea familiar buscando amor. 

Realmente era una historia fascinante, muy de fantasía y con detalles increíbles. Le gustaba, pero ¿quién iba a creer realmente algo así? Siempre pensó que sus abuelos habían estado un poco dementes, como todas las familias mexicanas.

Aún así fueron cuidadosos y el monstruo del gabán fue la historia para asustar, regañar y enmendar a los descarriados en la familia Almazán-Montero, incluso mucho tiempo después de que los tatarabuelos murieran. 

La premisa era clara, si un día te acorralaban en la calle de la ciudad, debías correr tan rápido como pudieras; si no podías, debías buscar el monedero de la tatarabuela Montero y el resto dependería de ti.

El problema era que Alaniz ni siquiera tuvo tiempo de correr, el portal se abrió mientras esperaba un autobús justo a la salida del metro, era de noche y no había más gente a su alrededor. 

El monstruo del gabán era más bien como un ángel exterminador y se burló de ella y su familia cuando al fin la alcanzó.

Sus pesadillas ancestrales se hicieron realidad esa noche y antes de desmayarse lo empujó con fuerza una última vez. Un pequeño bolso con hilos de colores cayó al suelo, en el interior había dinero que había salido de circulación hacía más de 60 años y una nota de tintorería firmada por Margarita Montero el 17 de diciembre de 1923.

Alaniz Almazán murió a las 23:34 pm del 23 de diciembre del 2032.

1
X