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Ya no seremos testigos del amor que nos tenemos, las cálidas mañanas con tu mano en mi cintura se quedaron en el ahora cuarto vacío de estudiante que dejé atrás.
El olor a sexo y el café que solía prepararte ahora son un recuerdo, uno que me mataba diariamente al despertar. Inundaste mi casa de ti y ese mar de recuerdos me pareció intolerable. Odiaba desear fumar en el jardín contigo, o verte sentado en mi cama, también odiaba esa estúpida parada de camión, en la que una vez desesperada fui corriendo a decirte que te quería.
Me embriagué de ti para posteriormente sentir la cruda del amor. Por eso me fui, me fui para no navegar entre recuerdos por el lugar que llamaba hogar, me fui para no convivir con tu falsa presencia diariamente. Ahora no tengo hogar, ni al mar de recuerdos, ni a ti, me encuentro sola con el temor que conlleva enfrentar a la soledad y al vacío.
En estas paredes no tengo reminiscencias tuyas, aquí solo hay un vacío profundo de lo que puede ser, de las cosas que puedo formar, de la familia que quiero llegar a tener. El patio, la cama y el nuevo jardín no me hacen sentir tus manos, la cocina no me evoca tu sonrisa, la fría cama no me hace sentir tus caricias y la iluminación rosa ya le corresponde a otros amores.
Le temo al vacío de mi soledad, le temo a la lejanía de tu falsa presencia, pero le tengo más miedo a sofocarme en ti. Por eso me fui, para no ahogarme en espacios que volví tuyos, para correr y encontrarme, aunque lo único que he conseguido es un pequeño espacio que ahora me parece inmenso.
Me quería volver tan tuya que comencé a olvidarme. Ahora, tras tu partida, no estoy muy segura si huía de ti o temía a ser una versión de mí que posees, porque tu cariño ahora solo existe en mi memoria. Temí querer desintegrar mi cuerpo físico para volver a existir contigo en ese espacio intangible de mi mente. Pienso que la seguridad de tus brazos me permitía la comodidad de mi ser, por eso también me fui, me asustaba ser eternamente tuya pero me parecía cobarde no enfrentar tu recuerdo y comenzar a hacer lo que yo quería.
No sé si volverás a inundar mis espacios, tampoco sé si navegaré nuevamente entre tu presencia o formaremos nuevos recuerdos en este lugar que ahora me parece tan extraño. Puedo tolerar la ambigüedad de tu regreso, pero no puedo regresar al cuarto de estudiante que tanto me hacía pensar en ti. Me voy para partir de cero, para no desintegrar mi cuerpo en la locura de volverme tuya, me voy para empezar a ser mía.
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