Tantos años encerrado en mí, intentando dominar el mundo, tratando de ser mi propio Dios y trabajando en mi destino… pues yo me encontré con la Luna y desde entonces algo cambió. Era una noche cualquiera, supongo que un viernes, y bajo el Monumento a la Revolución había un telescopio. Al principio lo dudé, pero luego busqué cambio en mi mochila y pagué 20 pesos.
Jamás me hubiera imaginado que por esa cantidad me enfrentaría al abismo, que entendería que mi existencia comparada con la Luna era insignificante, y que hiciera lo que fuera en esta vida, no serviría para nada.
Así que luego de entender que la Luna había nacido miles de millones de años antes que yo, y que seguiría existiendo por un periodo ridículamente superior al mío, fue que pensé… Más bien me quedé mudo, y luego volví a dudar… «¿Trascender? ¿Yo? Es absurdo, innecesario y además imposible».
La verdad no ha pasado mucho tiempo de eso, y estoy más confundido que antes. Me cuesta trabajo pensar en lo mínimo que soy… pero, pues ya estoy aquí. Quizás solo deba fantasear con que algún día surjan de mí tantas ideas como cuerpos celestes hay en el Universo, que se materializarán de formas claras, consistentes… y así podré convertirme, por fin, en un universo infinito.
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