
Constantemente, el mago trataba de reinventar sus trucos. Por más grandiosos que fueran, el público los memorizaba y tenía que esforzarse por sorprenderlos en cada uno de sus shows para continuar comiendo.
A pesar de que muchas personas decían que solo se dejaban engañar por la ilusión del espectáculo, el mago mejoró a tal punto que aseguraba haber roto la barrera entre lo real y lo fantástico. La gente se reía de semejante afirmación, hasta que un día el mago perfeccionó tanto sus encantos que logró desaparecerse a sí mismo.
Aburrida, la audiencia sigue esperando a que él regrese para entretenerlos.
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