Invasor

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Abro la puerta de casa y ahí está de nuevo. Los mismos ojos, el mismo caminar, el mismo vestido largo que mi novia suele usar en casa. ¿Acaso quiere burlarse de mi inteligencia de nuevo? Cree que no noto lo que sucede. 

 Hace semanas que la tranquilidad me abandonó, tengo miedo de que se apoderen completamente de ella. Se gira al darse cuenta de mi presencia mientras retiro la llave de la puerta, señala los auriculares que trae puestos, como justificándose por no hablarme y sonríe.  Cualquier otra persona no lo notaría, pero llevamos mucho tiempo compartiendo nuestra vida y  sé cuando algo va mal. De su boca sólo sale ese lenguaje extraño (prrr frrr grrr trrr), hace el intento de disimular y agrega algunas vocales de vez en cuando, pero no soy estúpido, está hablando con ellos de nuevo, seguro les dice:

—Estoy cerca de tomar el control de este cuerpo, son tan predecibles, tan monótonos…

Se marcha a la otra habitación para terminar ese mensaje en clave. Es la segunda vez esta semana. ¡Estamos perdiendo la guerra! No quería alarmarme pero tal vez sea momento de retomar la religión. ¡Me caga la iglesia! Mis vecinos se persignan de vez en cuando y jamás he escuchado que un ser externo se posesione de alguno. Si tan solo no hubiera abandonado el catecismo, unas cuantas tardes perdidas de mis sábados de mierda comparado con el miedo que me recorre los últimos días, sin saber qué versión de ella encontraré al abrir la puerta.

Comencé a hacer un registro, nunca había tenido nada que registrar en todo este tiempo.

¿Qué seguirá después del lenguaje? ¿Comenzará a caminar por las paredes? ¿Recoger los vasos y tazas después de usarlos? ¿Qué clase de vida podríamos esperar? 

Las siguientes semanas lo fui registrando todo. Ponía una cara de susto cuando ese espíritu se apoderaba de ella. Al principio era solo por las tardes, pero comenzaron a buscarla por la madrugada. Cada vez el registro se llenaba más de esas caras. 

La estaba perdiendo…

Mi miedo crecía, no era miedo a que nos invadieran los de su especie, ni a que caminara por las paredes, incluso podría ocultar sus sonidos extraños con canciones de Juan Gabriel a todo volumen, como lo hacen las vecinas por la mañana. ¿Será que ellas pasan por lo mismo? En el fondo lo que realmente me aterra es una pregunta: ¿Qué haré cuando se apodere completamente de ella? ¿Será el amor suficiente para entendernos? Tal vez sea momento de comenzar a aprender esos sonidos extraños o el resto de preguntas no importarán.

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