La existencia como cuidado, cariño y escritura

pexels-roman-odintsov-8180719-scaled-thegem-blog-default

Por ahí leí alguna vez a un señor que decía que nosotros, los humanos, comprendemos nuestra existencia a partir del cuidado. Lo que me hace pensar que, de cierta manera, ese cuidado puede remitir a un cariño, o a la búsqueda de éste, a algún modo de brindarle ese cariño a nuestro ser, ya sea, al cuerpo, al alma o al espíritu. 

Al día de hoy, de noche, abandonado en el escenario cliché de poetas y literatos, quisiera decir que el cuidado de mi alma, que lleva a la vitalidad de mi cuerpo, se debe en gran medida, a la suerte y privilegio de haber conocido esta faceta de la Palabra, articulada como Escritura. Pues, tergiversando el sentido con el que Wittgenstein dijo la frase “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”, el cariño que le doy a mi ser cuando escribo es el de recuperar al mundo, hacerlo más extenso, más noble, más sincero. Escribir, por tanto, es ese acto de amor que engrandece mi horizonte de sentido desde el que enfrento mi día a día, desde el que me relaciono con los otros, desde el que confronto el existir que tanto nos exige a pesar de haber sido algo gratuito e indeseado; pero tan bello a momentos. 

Y es que es gracias a ese instante vestido de delirio que es escribir, que recupero lo que la cultura actual nos roba mediante sonidos de barullos aturdidoramente omnipresentes, y con ello me refiero al silencio, que visita y se vuelve cómplice del amor y el cariño que por algunos momentos involuntarios me doy, que le doy a mi ser cuando nos dejamos fundir con el lenguaje. Al trazar sobre una hoja lo que también gracias a los sentidos es posible percibir. Pues al versificar un beso, un abrazo, una mirada, un olor, hace que ese esfuerzo por atrapar el instante se construya como una muestra de amor a la vida, a mi vida, a mi ser que ama vivir por encima y a pesar de cualquier pena. 

Tengo una seguridad, y es que mi alma agradece y se alegra cuando ve que ha nacido un nuevo verso, una nueva canción; es en ese momento cuando la vida se reafirma y el amor emerge en forma de estrofas, sonetos o reflexiones filosóficas. Finalmente, quisiera decir, que el cariño que me doy al escribir suele venir con un vestido que se llama confesión, porque una muestra de cariño, de afecto, es una declaración, que puede ser para otro, pero que pasa por mi individualidad antes de volverse de dominio público. Una confesión que confirma el cariño que le tengo al lenguaje, a la palabra, al símbolo, a la vida que se hace más rica y comprensible a partir de plasmarla de una u otra manera.

9
X