¿Ya no los recuerdas?

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¿Ya no los recuerdas? Se fueron hace mucho tiempo, demasiado tiempo. 

Se fueron al ver nuestra miseria, esa que tenemos como criaturas osadas e infelices. Se fueron cuando nos miraron a los ojos y descubrieron nuestra infinita crueldad. Se fueron y ya no volvieron jamás.

No volvieron a vernos de frente, ni a dirigirnos la palabra. No volvieron a tocarnos, ni a estar junto a nuestros corazones. No volvieron y decidieron esperar para ver un mundo nuevo lleno de esperanza.

¿En verdad no los recuerdas? Eran almas llenas de vida, de amor, de dulzura, de infinita sacralidad. Eran almas que irradiaban alegría, febrilidad y magnificencia. Eran buenos, muy bondadosos; tanto que la maldad, esa inmunda malicia que llegó con los días, con los años, y que se fortaleció tanto que invadió hasta nuestra memoria, les temió algún tiempo. 

Es una lástima. Se fueron también junto con el mar, ese mar de sueños y de ilusiones que tanto atesoramos; y que nosotros mismos nos encargamos de socavar. 

Se fueron con nuestro amor. Ese amor tan lindo, tan romántico, tan bohemio, que palideció con el odio, que terminó en el olvido, cuyos ecos se perdieron en la eternidad y enmudeció junto con la difusa imagen de lo que fue; tal y como el mito perdido entre miles de papiros calcinados que narran al mundo la infinita algarabía del ayer.

¿No los recuerdas? ¿En serio? No te culpo, yo también lo haría; olvidaría igualmente lo bueno y lo malo del pasado, la antesala del ser perfecto, la diáfana memoria que hoy nos tortura y que en lo inmundo intentamos ocultar.

Yo tampoco los recordaría, a decir verdad. ¿Para qué recordarlos? ¿Para qué llorar luego de compararlos, de comparar su hermosura con el actual gris de nuestro lamento?

Es mejor, supongo. Sí, es mejor. Es mejor que ya no los recuerdes. Es mejor evitar la nostalgia, el amor al pasado que ya nunca veremos, que ya nunca volverá, que no prospera, que desespera, que se hunde junto con nosotros en profundas aguas de pesimismo, de realidad. Es mejor vivir muriéndonos lentamente entre suspiros.

Ya no los recuerdas. Ya no los recordarás.

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