Entonces y ahora

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Nada de esto me estaría pasando si mis progenitores no buscaran suprimir sus heridas en la colocación sistemática del uno y del otro en ese huequito carente de amor que yace en sus historias desde que fueron cigotos. Yo también fui uno y nací así: rota, cortada por pedazos de vidrio, devenires de las carencias de mis antepasados, implementada la herida como gotera en esta que es mi casa, mi cuerpo, mi hogar y se ahoga. Pero nada de esto estaría pasando de no ser por la insensibilidad que les dieron por sopa, receta suculenta, receta suprime culpas, receta mala-mente-heredada, receta neoliberal. Pero un día dejé de comerla, y, quizá, si no lo hubiera hecho ahora sería un ser útil, otro engrane productivo de esta máquina, mas yo prefiero llorar mucho. 

Pero nada estaría pasando en un principio si no se hubiera descubierto el fuego, el robo está maldito, y aun así prefiero que el camino esté iluminado. Pero no me entra en el pensamiento, no hilan las arañas mis ideas. Gota a gota se consumen en la ponzoña de otro llanto, porque nada estaría pasando si no me hubieras iluminado la sonrisa, si no hubieras puesto frente a mí el espejo de tus palabras, donde yo creí reflejarme y confié en esa que tú describías, en esa que no es ésta, en esa que se fragmentó cuando te fuiste, cuando ni el cielo pudo decirme qué pasó, cuando me volví un fantasma y solo puedo asegurar que existes porque apareces en lo profundo de la esquizofrenia de una red social. 

Ojalá no hubiera creído en aquellos que me arrancaron un poco del cuerpo, pero está, pasó, sucede. Somos una consciencia colectiva y debí saber que podría pasar cuando vi a Saturno devorando al hijo. A pesar de todo levanto la mirada a un cielo que solo puede crear el mundo que se sueña, la inspiración de las diosas y dioses, el cielo como regalo donde se descansan los ojos. Me vuelvo una Diana convertida… flauta de pan, por donde traduzco el viento de las estaciones. Huyo del sátiro, de las desgracias. Huyo de todo a veces. Solo queda crear una melodía que dé respuesta al “¿Qué hacer con lo que hice de mí, con lo que hicieron otros?”. Nada puede des-pa-sar y odiar no es sempiterna opción.

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