Y si el amor que soñé no me correspondió, lloraré por las noches… como cualquier otra persona lo haría. Lejos de sentirme devastado, en el fondo de mi corazón habrá una sonrisa: me hará sentir vivo.
Soy un extraño, un raro de pensamiento. A menudo creo que pertenezco a otra época o vengo de otro tiempo. También llega a mí la idea de que no tengo una edad fija, que cambio constantemente entre los viejos, los niños, los jóvenes y los adultos, conforme me dicte el humor de la situación. Esa “cualidad mía” me ha rodeado de grandes personas, como también me ha alejado de otras… me ha acompañado en todas mis vidas.
Al principio creí que era una especie de “maldición”, pero cuando descubría que poco a poco alguna de mis emociones conectaba con la de alguien más me hacía sentir más cercano, y en esos días yo quería abrazar la vida. No me hice escritor para rivalizar con los bestseller o inaugurar una nueva corriente literaria. Lo hice porque solo así, a mi manera, otros podían sentir lo mismo que yo siento cuando sueño despierto.
La soledad y el abandono no son sinónimos. Si al estar abandonado yo sufro, lo haré sabiendo que mis secretos morirán conmigo. Si al estar solo yo lloro, en un recuerdo veré las lágrimas de alguien más, o alguien verá las mías cuando yo esté sonriendo.
Esa vieja oscura magia que me hechiza la mente, enamora mi corazón. El único secreto que llevo conmigo yace en mis ojos, quien los ve sabrá de ese conjuro que me muero por compartir: Lo mejor de nosotros aguarda cuando nos rompen el corazón. Vemos el tiempo pasar siendo nosotros mismos. Y en el momento más vulnerable de la noche, sabiendo que todavía estamos expuestos, volvemos a compartir más de nosotros mismos…
O al menos eso hago yo. Vuelvo a mí. Y conforme voy conociendo a más personas, sé que ya no soy el único. Y estoy seguro de que tú también lo hacías antes, de forma inconsciente, como respirar.
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