
Las cosas que no hacemos están ahí, en las esquinas de nuestras casas, viéndonos pasar sin mirarlas, viéndonos vivir con la sospecha de ser espiados y con la sensación de que algo nos falta terminar. Las cosas que no hacemos no son exigentes ni son revoltosas, son silenciosas y les gusta observar. Algunas de ellas saben que ya perdieron y que se quedarán en el fondo de alguna alacena o como compañeras de esos sueños olvidados que nacieron de un chispazo de imaginación y buena voluntad; ambos soportarán cada cierto tiempo la mirada de melancolía de quien alguna vez pensó que podría lograrlo. Algunas de ellas viven de la esperanza del hacer.
Nosotros no alcanzamos ni a imaginarlo, pero las cosas que no hacemos conversan entre ellas; en el ocio de los días fundamentan sus argumentos en sus propias teorías. Algunas de ellas creen que la espera las hace más fuertes y que con el paso del tiempo serán recordadas y verán la luz del hacer; algunas otras culpan a la apatía de todas y creen que si hicieran más ruido o rompieran cosas podrían ser vistas y hechas, pero nadie aprueba la rebeldía y como fueron fundadas en la democracia nadie se atreve a hacer algo que falte a sus propias políticas. Algunas otras, muy dentro de ellas, se sienten superiores a las demás. A pesar de la decepción que habita dentro de ellas al reconocerse a la mitad, se saben superiores porque casi se hacen; algunas otras hace tiempo que no dicen nada, hace tiempo que el silencio las invadió completamente. Al principio todas se asustaron, pensaron que quizá estaban enfermas y temieron verlas desintegrarse poco a poco frente a ellas y ser las siguientes; pero al verlas comer y dormir se dieron cuenta que solo era la común y corriente resignación. Las más filosóficas han emprendido la ardua tarea de mostrar a todas que, a pesar de no ser hechas, son y existen, que forman parte de un sin sentido que nadie entiende, que es mejor hacer lo propio y no ser. Buscar ser dentro de su no hacer y así al menos reconocerse en aquello que son y que saben que no son.
A mi forma de ver, las cosas que no se hacen, al menos, hacen algo con ellas mismas. Muy dentro de ellas y dentro de nosotros sabemos que indudablemente son.
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