Dejaste de escribir

Dejaste de escribir, y con eso me di cuenta de lo mucho que me dolería si te fueras para siempre, si nuestros labios tuvieran un fin, y si la salida de hace unos días fuera, sin saberlo, una despedida.

Me dijiste que te esperara, y cuando leí esas palabras mi corazón se quedó sin pulso, y fue como si todos los recuerdos de amores vagabundos regresaran y se encarnaran en ti.

¿Será que mis pensamientos están fundados en fantasmas que ansían que lo nuestro termine? O ¿somos nosotros mismos que ante el pasado esperamos que lo nuestro se convierta en un ayer?

Qué ironía el hecho de que el bloqueo mental que he tenido por días se derrumbe con la idea de un final, que un suceso abriera de nuevo las puertas del infierno esperando que mis letras se consuman en un fuego abrasador de melancolía y tristeza.

La idea de un por siempre separado del amor, del ser amado por excelencia, de la figura ardiente y etérea de desvelos, me mueve a escribir, a retornar a esas letras sangrientas que pensé que nunca volverían. Y a pesar de que la inspiración no fue como yo esperaba, agradezco el hecho de que, a pesar de que te tengo, soy consciente de que puedo perderte y esa idea me lacera y me confronta conmigo misma, con mi pasado y con el coraje de no traer al presente espectros que solo desean el fin de mi más épico amor.