
A Stephanie Martínez
Es un hermoso y frágil día
que nació de suave caricia,
mientras trémula se desvía
mi mirada hacia la delicia
de tus ojos, mi única vía
en que me desemboco y pierdo.
Autos y camiones bramantes,
voces lejanas y cortantes.
Tu alma, con mis besos, yo muerdo.
Dejas ir suspiros amantes,
que dejan rastro de pasión
y deseo. Será el cauto viento
quien mis memorias, ocasión
ésta, se las lleve. Siento
que me quedo sin elección
al ser sumiso al embeleso
de los pétalos de tus labios,
como abeja a floridos patios.
Sentidos fluyen en un beso;
como primavera trae cambios
a aquellos presos pensamientos
de este tiempo, árido desierto
en el que no crecen lamentos
que languidezcan. Yo despierto
en páginas de secos cuentos.
El cielo de hoy tiene piel alba,
y saca a pasear su voz ronca,
a días de tormenta entronca.
Tus manos en mis manos, salva
la ilusión, que muerte derroca.