“Duré más de cuatro años esperándote. El tiempo que pasé contigo esa temporada, nada lo va a poder superar. Contigo descubrí qué era el amor, el primer amor de la vida. Sé que empezamos como amigos, pero iba pasando el tiempo y mi amor crecía cada vez más. Entonces, te fuiste. Durante años sufrí por tu ausencia, conocí a alguien con tu mismo nombre, pero no tenía esa esencia tuya, no tenía tus lindos ojos, no tenía tu optimismo ante cualquier situación. Pasé de ella con la esperanza de volver a verte y por suerte llegó ese día. Pensé que me lo había imaginado; sin embargo, al acercarme me entró al corazón una alegría inimaginable. Al fin pensé que tenía una segunda oportunidad para confesarte mi amor. Así que apenas termines de leer esto me gustaría que aceptaras mi confesión”.
Esta hubiera sido la carta que le hubiera mostrado a ella, pero desde que la volví a ver me di cuenta de que no era la chica que yo idealizaba, y que tenía en un pedestal. Me di cuenta de la mala forma de ser que ella tenía. Me utilizó en todo este tiempo de reencuentro, y así me tocó aceptar que era un amor equivocado. La saqué de mi corazón, sufrí por varios meses, pero al final logré olvidarla. Ahora vivo feliz esperando a la indicada.
