Gripa, piedra, hoyo, nada

pexels-juliasakelli-905485-scaled-thegem-blog-default

He aprendido a ver la depresión como una gripa; como algo que llega y luego se va. Pero a veces, la gripa es tan fuerte que te tira en la cama. Esa cama que siempre te recibe tan bien, que es muy fácil querer quedarse. Pasa un día, y después dos; pasa una semana, y luego otra más; pasa un mes y luego el tiempo deja de importar porque ya no se puede medir. Los días se mezclan uno con otro, la rutina es una espiral que sólo baja y baja, mientras el tiempo es una masa uniforme e incontable; continua e inseparable.

Desgraciadamente, no necesitas estar en cama para sentirla, puedes moverte por el mundo y seguir cayendo por la espiral. Despiertas, sales, caminas, trabajas, regresas, duermes y repites. La gripa ya no sólo se aloja en tu cuerpo, en tu estómago o en tu pecho, ahora se aloja en tu mente. Te endurece poco a poco, a veces de afuera hacia adentro, otras de adentro hacia afuera. Muchas veces es imperceptible. Cuando te das cuenta ya estás hecho de piedra. Ya bajaste tanto en la espiral que comienzas a ver el fondo. La gripa te entierra tan profundo que ya no parece una gripa más; te sientes enterrado, sin manera de salir. El aire y la fuerza se acaban poco a poco y dejas de mirar hacia arriba, dejas de buscar la salida porque no hay. El hoyo desdibujó todo, ahora ya no hay presente, pasado o futuro, sólo hoy. Hoy estamos atrapados en un hoyo. La luz se apaga cada vez más, la oscuridad te invita a dormir; dormir se siente tan bien que no quiero despertar. Quiero dormir para siempre. Hacer cualquier cosa aparte de dormir se siente obligada y postiza. Despertar es obligatorio, el trabajo es impuesto, hablar se siente forzado y sonreír, ni se diga. Ya nada es genuino porque ya nada nace de esta piedra infértil que se perdió en el hoyo y en sí misma. No sabe quién es porque no tiene nada. No puede ver más allá porque sólo es piedra. Un hoyo oscuro y profundo. De gripa a piedra, de piedra a hoyo, de hoyo a oscuridad y de oscuridad a nada. No hay nada porque cambió toda tu vida: todo tu alrededor, todo el autoconcepto, todo lo conocido, todo, todo, todo.

Todavía no sé cómo se siente que vuelva la luz. No sé cómo se sale del hoyo y se ablandece la piedra. No sé cómo se siente recobrar la fuerza, ni qué se hace para sanar la gripa. No sé exactamente cómo se siente, así que no puedo describirlo. Sólo sé que, un buen día, te das cuenta de que estás bien, que estás afuera; que es de día. Pero parece que sólo lo notas cuando la gripa comienza y amenaza con regresar.

7

Dejar un comentario

X