Me gustan los días con sus mañanas, tardes y noches

pexels-dhilip-antony-993686059-20464756-scaled-thegem-blog-default

Me gustan los días en los que te veo. Empecé a darme cuenta de eso hace poco con la forma en la que miro constantemente el reloj cuando sé que falta poco para que entres por la puerta; con la sonrisa que se forma en mi rostro con el simple hecho de escuchar tu nombre; con la manera en la que, sin querer, mis ojos te buscan entre la multitud.

Me gustan las mañanas en las que me sonríes. Me percaté de eso cuando me saludaste a lo lejos mientras el sol iluminaba tus amables y gentiles ojos cafés que me observan con cariño, y esa brillante sonrisa tuya que me quita el aliento. Esto lo corroboré la vez que, a mitad de una clase, escuché tu risa por el pasillo. Al segundo siguiente ya estaba afuera apreciando la dulzura que envuelve tu rostro cuando ríes.

Me gustan las tardes en las que te extraño. Me descubrí a mí misma buscando excusas para poder enviarte un mensaje. A veces tenía que ver con la escuela, con mis amigos; incluso el clima parecía interesante en esas circunstancias. También me di cuenta de que cada vez que el celular suena lo enciendo apresurada esperando ver tu nombre escrito entre los mensajes recientes.

Me gustan las noches en las que te pienso. La manera en la cual no puedo evitar recordarte al rememorar los momentos del día que me hicieron feliz. La forma en la que soy capaz de dibujar tu rostro, escuchar tu voz y recordar la calidez de tus manos cuando acarician las mías. Asimismo, me sorprende la fidelidad con la que mi mente es capaz de recrearte casi a la perfección para verte incluso en la superficie del techo oscuro de mi habitación.

Me gustan los días, las mañanas, las tardes y las noches, pero más que todo eso, lo que me gusta eres tú. Tus ojos, tu cabello, tu sonrisa y hasta el color amarillo de tus lentes. Me gusta la manera en la que me miras, me hablas, me consuelas y me haces reír. Me gusta la persona que soy cuando estoy contigo. Adoro la forma en la que, por algún motivo, no puedo contener las ganas de bailar cuando estás a mi lado, ni el deseo de abrazarte dos veces en lugar de una sola cuando te digo adiós.

Me gustas tanto que, a pesar de haber comenzado a escribir con la intención de crear a un personaje imaginario, sin querer terminé pensando en ti.

71

Dejar un comentario

X