No sé bien cómo pasó, pero mis días en este planeta se acercan a un total de 10,950. Cuando miro con nostalgia el pasado, recuerdo que mi anhelo por el futuro estaba lleno ilusión y no de angustia.
Al mirarme al espejo un día reciente, quedé sorprendida de ver el reflejo de una mujer. Ya no me miré con los ojos de la niña que anhelaba crecer para ver el mundo como lo hacían los adultos; ni con aquellos de la adolescente que nunca estaba satisfecha con lo que ahí encontraba. Me encontré sorprendida de reconocer, finalmente, al ser humano que soy. Me miré a los ojos y con ternura me dije: «¡Wow! ¡Ya eres una mujer!». Me sonreí al instante.
El camino que he andado hasta hoy tuvo un tramo largo de oscuridad, dolor y amargura que hizo estragos en mi interior, que me dejó heridas profundas, pero del cual pude moverme cuando vi de nuevo luz en la lejanía. Me arrastré tras ella y logré ponerme en pie cuando alcancé la salida.
Por primera vez en mucho tiempo, tengo tregua en mi alma y siento de nuevo el corazón en el pecho. Constantemente hay lágrimas en mi rostro, lágrimas que me guardé por años y que hoy se desbordan. Un día de estos escuché que hay un mecanismo en el cuerpo que reserva cinco litros de lágrimas para llorar cuando vivimos un duelo. No pude encontrar información que lo confirmara, pero me pareció muy interesante. Lo que sí explica la ciencia es que las lágrimas mantienen los ojos húmedos y lisos, y ayudan a enfocar la luz para que podamos ver con claridad. Quiero enfatizar esto último: ver con claridad, enfocar la luz. Eso es lo que no pude hacer por mucho tiempo. Me mantuve tanto tiempo en la oscuridad, que fui incapaz de enfocar la luz.
Ahora tengo esperanza, que viene de la palabra esperar. Es la actitud que elijo en mi presente.
Vivir es maravilloso. Con todos los desafíos que supone, pero también con todas las experiencias que nos forjan como los seres humanos únicos que somos. Si nos tratásemos con más amabilidad y compartiéramos sin temor a ser enjuiciados las experiencias que nos han marcado en la vida, tendríamos un sinfín de valiosas lecciones llenas de esperanza.