
Raíces misteriosas que abren los caminos
de la percepción, revelen a mi mente
las sendas que a mis antepasados ocultó Dios.
No me dejen en la inmóvil contemplación,
sino dirijan mis pasos hacia colores y formas
que el iris del hombre jamás vio.
Que la ingesta de cuatro décimas de gramo
mejore mi apreciación y torne irrelevante
lo que me haría llorar o sufrir en tiempos ordinarios.
Arrojen luz a las desconocidas regiones de mi intelecto
para entender al prójimo y no regocijarme con sus reveses,
desgracias y sufrimientos.
¡Oh, Raíces misteriosas!
Abran todos los caminos posibles de la percepción.
¡Que el tiempo no importe,
pero sí quien soy y mi significado!
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