El privilegio de pensar

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¿Por qué la clase alta está más preparada y es la expositora de las grandes ideas? 

Pensémoslo como metáfora, desayunar cereal: el cereal representa las cosas que debes hacer para sobrevivir; la leche, la cantidad de hobbies que realizas para poder distraerte y divagar para conectar nuevas ideas; y el hambre, la obligación que te impone el sistema económico actual para ser productivo a través de las cosas que debes hacer para sobrevivir.  

El hambre siempre está presente: no puedes escapar del capitalismo tú solo. Debes comer cereal, porque de lo contrario no obtienes lo necesario para sobrevivir. El problema está en que, gracias a la precariedad de las condiciones laborales en este sistema que prioriza la productividad sobre cualquier otra cosa, no tienes tiempo ni de probar la leche, a menos que pertenezcas a una clase económica acomodada. 

Si naciste en un círculo social acomodado, entonces tus problemas son minúsculos. Quienes pueden aprender de sus apuntes son los ricos, porque ellos no tienen que cuidar de nadie después de estudiar o trabajar, de viajar 3 horas desde su casa a su instituto 2 veces al día, ¿verdad? Es por eso que pensar, o divagar, en esta época, es un privilegio: pues ellos tienen el tiempo para sentarse, pensar, desarrollar sus ideas y, más importante aún, las herramientas para llevarlas a cabo. 

Y es que para pensar debes tener tiempo para hacerlo, y para tener tiempo debes tener las debidas condiciones que te lo permitan. Porque primero está el hecho de que tengas una vida digna que te permita desarrollar las ideas que nacen de ti al momento de divagar. 

Las grandes ideas del futuro vendrán de aquellos que hayan tenido, definitivamente, el privilegio de pensar.

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