
a Ana Sofía
Hay un suspiro,
amor, que viene
del murmullo nocturno
que solo sopla
para quienes lo atendemos.
Una mirada oscura
que vaga sin luz
entre nubes extrañas
de cielos grises.
Temblorosa como el párpado
de mi ojo sin reflejo
que soñando se escapa
para llegar a tu ventana.
Llegando a tu casa
tu mirada le aclara.
Despertará nuestra hambre,
nos paseará entre las calles
de la ciudad que conquisto
para acercarme a ti.
Nos alimentará en la cama,
y vestidos en intimidad,
la luz del cuarto se apagará
solo para soplar:
«Me he perdido en los cielos,
he naufragado en la marea
y no hay paisaje en la tierra
que asemeje tu belleza».
Riéndote de mí
tu beso suave
estará acurrucando
el suspiro que exclamo.
Que por ti, mi ojo ciego
se abre para ver.
Que el frío viento
sopla para nosotros.
Que tus labios son la vida,
tus ojos un manantial.
Que tu piel es el lienzo
donde quiero habitar.
Que la madrugada tiene sentido
cuando la paso contigo
y durmiendo cumplo mi sueño
de despertar juntitos.
Que en Tule o en España
mi amor por ti viajará
y mis palabras significan
cuando te pueden acariciar.
Sólo nosotros,
mi amor, que nos miramos,
podemos escuchar
lo que pronunciamos.
Esto es el amor.