Entre risas y gestos de satisfacción
horas después
seguimos hablando del partido.
En cámara lenta revivimos
las mejores jugadas, el gesto heroico
del arquero ante la pena máxima.
Nadie advierte sin embargo
el pase de profundidad, la maestría
silenciosa del tiempo, la gambeta
humillante que nos deja tendidos,
la tremenda goleada que nos mete
la muerte.
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