Para no lastimar al que se entrega
incluso voluntario, de manera fácil,
favor de no tocar.
No poner el aliento en la mejilla
porque pondría la otra de inmediato,
no poner los labios sobre los labios
porque comienza a hacer castillos de alientos enlazados;
dientes y lenguas en golpes de rabia antigua.
Para no maltratar al corazón
favor de no tocar,
dejarlo hecho nudo si es preciso,
una raíz enredada en el pavimento, alimentada de aire y concreto,
y no tocarlo.
Hay amantes que no saben lo que quieren y comienzan por el final.
Para no minar al otro,
favor de no tocar
no acercarse a la peligrosa distancia del roce,
hay amantes en fatiga como si amar fuera un día difícil en la oficina,
un retraso en el tráfico,
una depresión adolescente.
No quitar la envoltura de la ropa,
no poner la nariz en el cuello,
no acercarse por ninguna razón, aún la necesaria,
a quemarnos de lleno las manos.
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