Estoy casi seguro
que nunca podré amarme por completo.
Siempre hay un trozo roto,
un caimán seco.
Y aunque sienta afecto por él y
lo proteja de mí y de este impulso destructor,
no puedo amarlo. Tampoco alejarlo.
Ese es el problema: a veces soy caimán
otras, ventilador.
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