La muerte de un crítico II (fragmento)

Desde mi cuarto aislado,

hablo conmigo mismo y me aprovecho.

Convalezco. No disfruto

la polémica con mis viejos alumnos,

y coloco un tablero sobre los brazos de mi silla

para escribir cartas

que incineran temiéndole a mis gérmenes.

Los discípulos descienden como golondrinas del Brasil

o reseñas de libros desde Londres.

¡Ah! en las noches de insomnio, cuando mi tragedia

deleita a las aves ociosas, pregunto

por sus inesperados rostros familiares

que hoy no identifico.

0

Dejar un comentario

X