Deja que derriben puertas,
que tiren muros,
que pinten las paredes.
Deja que salgan a la calle
envueltas en coraje
y con los puños en alto.
Deja que lloren,
que griten,
que enciendan antorchas
y lo quemen todo.
Déjalas,
que el mundo necesita caerse
para que todos vean desde abajo
el reguero de cuerpos sin nombre
que hay en todas las calles.
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