(Sin título)

De niño, cuando los pólipos,

me gustaban mucho los hospitales,

estos edificios grandes,

grandes bloques de concreto armado,

con muchos pisos,

torres circulares,

techos altísimos,

desniveles:

la rampa curva

por donde bajaban y subían

las ambulancias;

 

puentes,

pasillos oscuros,

tragaluces,

ventanas

y ventanales:

el resistero;

 

jardines cerrados al público,

fuentes,

esculturas,

amplias entradas y salidas

por todas partes.

 

A la salida de la clínica

en Gabriel Mancera,

frente a la casa de Alceste,

los escalones eran largos, muy largos,

yo los bajaba corriendo y pegando brincos

y luego íbamos por galletas Mac Ma.

¿Te acuerdas?

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