Que no muera
un día nublado y frío
de invierno
y me vaya tiritando
de frío y de miedo
ante lo desconocido,
ese mundo de sombra
sin rostro
que camina siempre
a mi lado,
o me aguarda
al doblar la esquina,
ese misterio insondable
que no logramos develar
y que angustia
y perturba la existencia.
Quiero irme
un día soleado
de una primavera reverdecida
llena de brotes y retoños
de pájaros y de flores,
a buscar
mi Jardín del Edén,
mi Paraíso Perdido
y gozar de los frutos
de la vid y de la higuera,
el perfume de los cerezos
y los naranjos en flor
y el calor del sol
que no se oculta nunca.
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Interesante tema, gracias por compartir