Tu nombre se puede morder como manzana.
Huele a mango de Manila y a naranja china.
Me deja la lengua morada al igual que el chagalapoli
y la escobilla.
Lo trituro y respiro yerbabuena.
Al separarlo estalla una granada.
Crece a la altura de la flor de caña, es la enredadera
que sube por la cerca o se extiende a ras de patio,
perseguidor de coralillos, sandías y verdolagas.
Si lo agito, escucho el agua que lo llena.
Si se lo doy al loco de la casa, volará a la punta
del cerro y lo hará flauta.
Para librarme de la oscuridad lo conservo en un frasco.
Con la luz que despide se ilumina esta página.
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