Extraño
sin haberla conocido
la certeza de estar
en el centro del mundo
y despertarme
con la cabeza fría
al interior de una casa
que es la única casa
conocida
y mirar los objetos familiares
sin buscarles la sombra,
y no pensar ni un segundo en los cajones
ni en las cosas oscuras
y no pensar ni un segundo
en las sombras de adentro de los libros,
en las sombras de adentro
de la cabeza
fría, que no piensa
en las sombras de adentro.
Sí. La extraño.
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