La mujer del cuadro (fragmento)

Pero sabes también que no existe el triunfo que alguna vez deseaste,

por eso en tu mirada puede oírse

el ruido del mar golpeando las costas solitarias y a veces el chillido de un pájaro detrás de la niebla o la llovizna pertinaz.

Ven aquí con tu colección de mariposas, con tus antiguos juguetes que ya no existen

y que parecen burlarse de ti desde ciertos rincones,

ven aquí con tus segmentos de niña asombrada.

Ven a mirar mis osos polares.

Ven, ahora que sabes que también en los labios aparece

—sin que nos demos cuenta—

el beso monstruoso y bello

de aquello que todavía llamamos el alma.

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