Fuerte como un turco

FUERTE COMO UN TURCO

El aceitoso mundo de la lucha turca ha tenido figuras que nos resultan raras cuando nos adentramos en él. Umut Tarkanoğlu fue quizá uno de los ídolos desconocidos de esta noble tradición. Nacido poco antes de la caída del Imperio Otomano, nunca fue pequeño. Se dice que su madre lo tuvo que abandonar debido a la fuerza de su boca que aun sin dientes podría prensar cualquier olivo. Su padre murió en la guerra, pero le heredó un cuerpo de obelisco. Cuentan que, en su adolescencia, podía detener a un buey usando sólo la fuerza de sus brazos. Tuvieron que detener su primera lucha cuando el aceite parecía darle más fricción en lugar de dificultarle el agarre. 

—Mi piel es muy seca —respondió sin mucho titubeo. 

Lubricado con el más puro aceite de los mejores olivares disponibles recorrió su país destruyendo a sus oponentes, no hubo un alma capaz de detener “los cañones de Viena”. Su fama fue tal que llegó a recorrer Europa a través de los Balcanes. Incluso, en alguna región de lo que hoy es Bosnia, existe un busto de bronce sólo de sus brazos, pues cuentan que en un restaurante detuvo a un par de ebrios. Las versiones son varias, pero la más aceptada relata que una mujer le pidió ayuda cuando esos ebrios la estaban importunando. Umut no dudo en tomar la botella de aceite que pidió para su comida para engrasar sus brazos y confrontar al par de hombres, primero con amabilidad y luego, ante su negativa, con hechos. Quisieron morderlo, pero los músculos de sus bíceps rompieron los dientes del primer borracho y con un golpe del antebrazo fracturó la órbita ocular del segundo. 

La mujer quedó tan agradecida con Umut Tarkanoğlu que le ofreció su casa si no tenía dónde dormir, alimentos y todo lo que pudiera hacerle más amena su estancia. Él se limitó a darle las gracias por confiarle sus problemas y continuó comiendo.

Años después, cuando de casualidad alguien se enteró del fallecimiento de Umut Tarkanoğlu, decidió regalarle al dueño del mítico restaurante ese busto brillante de aquellos brazos. Contó que conocía a Umut y que era una forma de honrarlo, tras eso, se acomodó su fez y se fue sonriendo del restaurante. 

Aquél amable donador tenía los dientes frontales destruidos, pero los portaba con mucho orgullo. 

 

Misael Maqueda M. (Naucalpan de Juárez, 1996). Tesista de la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Fes Acatlán. Antiguo miembro del comité editorial de la revista de literatura De-Lirio. Autor de “Dog-Eat-Dog” (próxima aparición). Disfruto la narrativa y la música, pero no tanto hablar de mí en tercera persona.

Semblanza

Misael Maqueda M. (Naucalpan de Juárez, 1996). Tesista de la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Fes Acatlán. Antiguo miembro del comité editorial de la revista de literatura De-Lirio. Autor de “Dog-Eat-Dog” (próxima aparición). Disfruto la narrativa y la música, pero no tanto hablar de mí en tercera persona.

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