Acerco mi dedo al instante
de tu cuello en mapa de alas
poros rincones
increíble distensión para la fruta.
Acerco mi dedo al jolgorio de tu cuello
accesible a golpes marinos
a gentíos enfrente de bares.
Tu cuello-avenida del grito
que reconoce sectas hogareñas,
las más opíparas noches para piedra y fuego.
Acerco el dedo:
la querencia sube desde esta desnudez
curada a palos a la escapada
que a veces no deja ni abrir
las piernas de la sílaba.
Así.
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