Nuestra noche

Quisiera perseguir algún poema

que hablase de mis noches, nuestra noche,

la misma noche cálida de rostros conocidos,

en el mismo rincón, ya no hace falta

preguntar lo que bebe cada uno.

Escribir, por ejemplo, puedo cerrar los ojos

y todo sigue igual, abro despacio

la puerta fría de color madera,

intimidad con humo de luz almacenada,

y risas en el fondo,

y una voz que denuncia mi costumbre

de llegar siempre tarde.

Escribir, por ejemplo, son ahora

mucho menos frecuentes estas noches,

y recuerdan inviernos negociados

con renta de amistad,

y tienen algo

de temblor fugitivo.

Las caras han cambiado, saben cosas

y se parecen más a nuestras vidas.

Escribir, por ejemplo, que los ojos,

cuando pasa la noche y en la calle

duele la luz del alba,

tienen otra manera de mirarse,

un modo más avaro de pensar

en los años, los meses, las semanas,

los días y las horas.

Noche eterna, tal vez

será mejor llamarte reincidente.

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