Divagación geo-poética

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Una vez vi un bosque

que envolvía la carretera

bajo los colores vespertinos.

Hasta allá los oyameles,

al frente un pastizal.

 

El color del trigo

a los encinos entinta

antes de dormir con velos grises.

La niebla no es otra cosa

que fantasmas de agua.

 

Luce tan serena

una arboleda de pináceas.

Portan sus brazos aciculares

y protegen al Tezoyo

para no ser visto.

 

Otra vez vi un bosque,

ora verde, ora claro,

bajo los colores matutinos.

Cómo pudo cambiar tanto

Si era el mismo lugar.

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