
Una vez vi un bosque sangrar. Expulsaba de sus heridas una resina negra que inundaba las casas cercanas.
Una vez intenté hacer dos caminos para desviar la resina y solo logré que se esparciera más.
Una vez canté para calmar su tristeza, pero su pena creció al escuchar mi voz.
Una vez quise plantar árboles y esperar que creciera el bosque, pero los rechazó y a su tierra la volvió árida para los extraños.
Una vez le llevé agua, pero me dijo que eso le pertenecía y que nosotros se la habíamos robado.
Una vez decidí escucharla y me dijo cómo calmar su dolor. Con cruces rodeé el bosque y con la resina escribí los nombres de quienes habían muerto por protegerlo.
Una vez lloré con el bosque.
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