Derrota (Víctor Flores, mesero)

Señorita Master Card,

por este medio deseo comunicarle

que la quiero,

que la quise desde la primera vez

—De aquella tarde de diciembre,

aún conservo la comanda:

consomé de pollo,

arroz,

enchiladas potosinas—.

Pero ya no puedo soportar su indiferencia,

su crueldad de cliente distinguido,

su habilidad para chiscar los dedos.

Por tal motivo desde hoy, si viene, si decide venir,

la atenderá otro. Yo me voy.

Estoy harto de esperarla,

de temblar en su presencia,

de imaginarla mía.

Sepa usted que renunciaré esta tarde

(ya no veré sus manos de comensal en armonía,

ni sus labios dulces,

ni su bello andar de duquesa despiadada),

renuncio por amor, por dignidad, por miedo.

Mi mundo se hunde porque sus ojos me han mirado.

El hecho de que yo la haya atendido

ha sido el origen de la catástrofe.

Así que adiós, dueña mía,

y permítame recomendarle la ensalada.

1

Dejar un comentario

X