
Una vez vi un bosque,
cuyas raíces reptaban a través de un suelo generoso y dispuesto,
se alzaban con majestad las copas de sus árboles y comunicaban a las nubes peregrinas sus secretos,
y las nubes, agradecidas, le otorgaban agua joven para mitigar su sed.
Hay en el ombligo del bosque un manantial,
donde beben sin lastimarse la hormiga y el oso,
la serpiente y el conejo,
el sol y la luna.
Vi un bosque,
en el silencio tejía su armonía
y alimentaba a sus huéspedes con cariño y abundancia.
El bosque duerme el sueño de los siglos,
en su descanso florecen la vida y también la muerte.
Una vez vi un bosque,
cristal perfecto de plenitud,
y en su transparencia me vi a mí mismo,
habitándolo como un colibrí.
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