Entorno

pexels-alexander-zvir-3682717-scaled-thegem-blog-default

Aquel día caminaba por el bosque de Chapultepec, veía a las familias, parejas, niños jugando; risas dominaban el entorno. Decidí adentrarme entre los árboles, poco a poco me atrapaban las sombras, el ruido se fue apagando, respiré la tranquilidad. De la nada una brisa me abrazó, noté que brotaba neblina del suelo y comencé a caminar, escuché susurros: «detente», «regresa», «ven». Las voces repetían esas palabras, apreté el paso, las ramas de los árboles cobraban vida e intentaban atraparme, corrí en dirección al Castillo de Chapultepec, me percaté de que, conforme avanzaba, el pavimento se convertía en tierra, la vegetación crecía, el entorno cambiaba más y más, ya no había farolas, no había luz. ¿Cómo oscureció tan rápido? Cada vez el castillo se alejaba más, sentía que la neblina me jalaba e impedía avanzar, el tiempo se sentía alargado y a cada paso saboreaba las milésimas de los segundos, me sentía suspendida. Y todo por entrar al bosque.

8

Dejar un comentario

X