Una vez vi un bosque. Más de una vez, a decir verdad. Puedo recordar el olor a tierra removido por manos bruscas y arados.
Cubierto por el sereno, el día alcanza su esplendor. El lodazal, en algunas partes, se entremezcla con los pastizales. Hay un gran árbol verduzco: en su tronco muestra la cantidad de años pasados por la sequedad y el mal tiempo, y en su ramaje carga la capacidad de florecer cada estación.
Allí, un hombre trabaja arduamente, en mero silencio, al compás de la lluvia: no parece agotarse… Ambos se mezclan en armonía, a la perfección. Solamente yo lo vi…
20