Una vez vi un bosque…

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Y pensé en escribirte a ti, a lo imposible.

Tengo que dar un discurso, pero no sé cómo hacerlo. Invoco, entonces, a tu benignidad y espero que aceptes estas palabras como el único recuerdo que he sido capaz de darte. Así es, mi intención es cubrirte de un raudal de elogios, pero también profanar contra un amor que nunca existió.

Hay razones para escribir y tú fuiste una. Adentrarme a tu bosque fue perderme en la oscuridad tratando de revelar su belleza. Insisto una vez más en la palabra: es lo que nos salva. Escribí para no morir sin ti. Desde entonces supe que todos llevamos dentro una palabra extraordinaria que aún no hemos logrado pronunciar.

Quisiera comenzar señalando mi gran obsesión hacia la literatura de tu cuerpo: déjame, además, dar rienda suelta a la nostalgia de ya no tenerte. A poseer la vida y su final. Aunque sea un signo de anomalía, los azares de la vida me han puesto bajo un árbol para escribirte. 

No le había escrito al amor por mucho tiempo, era un bosque al que no me gustaba escapar. No era mi lugar, pero te conocí y aprendí que la oscuridad brilla en historias y leyendas, recuerdos que alguna vez ignoré pero que siempre estuvieron ahí, confundiendo mi alma, entre los árboles escondidos, enterrados como las raíces. 

Recuerdo haber cruzado el cristal de tu alma, cómo al romperlo cada pedacito cortó mi existencia. Amparándome en mi propio castigo, aquel momento será uno de los más mágicos de mi historia. Tal vez se convierta en el más espontáneo de mis mitos.

No podía elegir algún otro sitio más que el bosque para decirte que te amo. Que ansiaba perderme entre las hojas de tu piel, que esperaba encontrarnos a través del viento, que pudiéramos ser tú, yo y el bosque… Se trataba de querer rescatarme, pero en el intento me enamoré; pasará el tiempo y ni la penumbra, mucho menos la marginación podrán salvarme de la agonía. Mi más grande persecución, la batalla que no he podido ganar. 

Hoy, después de mucho tiempo, me animé a disertar sobre esto, a pronunciarlo delante de tu recuerdo. A escribirlo a partir de los pocos días que estuvimos juntos, que fuimos un solo cuerpo, tan real o tan falso, aún no lo sé. Sólo recuerdo que decidí sumergirme en tu bosque y que a pesar de la oscuridad decidí quedarme, que deseo que tus raíces envuelvan mi alma y me entierren junto a tu recuerdo.

Ya no quiero pronunciar ni una palabra más. He dicho.

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