Monstruito de tela

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Aquella noche no podía dormir. En la madrugada el pensamiento abrasa mi cerebro y extirpa la razón. Recuerdo que lo vi, por primera vez, en la silueta del bulto de ropa vieja:

ーDóblala y acomódala antes de dormirー, ordenó mamá, pero decidí ignorarla.

Por fortuna, desobedecer su imperativo cambió mi vida. El extraño ser que vivía entre algodón y mezclilla era de apariencia siniestra, con dientecillos afilados y forma líquida; parecía peligroso, pero jamás me atacó. En realidad era confianzudo.

Aún sin pedírselo me presentó con sus otros conocidos; la sombra de la ventana, el elfo de las escondidas y la quimera de la cocina. Todos trabajando, esforzándose en sus mofas y ocultando su existencia: “¿Mis padres sabrán?”, pensaba.

En la escuela nadie creyó mi testimonio sobre los seres que habitaban en mi hogar. Para mis compañeros, todo era producto de mi imaginación o de alguna película:

Miss, ¿verdad que Rafa está loquito?ー, preguntaban sin importarles mi presencia. Tal vez los niños eran más monstruosos que los propios monstruos.

Sin embargo, la existencia de la criatura de la tela y los demás seres extraños me hacía feliz. Jugábamos a esconder cosas con el elfo; y después de la diversión, la sombra de la ventana protegía mi sueño.

Aunque intenté acercarme, la quimera desconfiada no quiso interactuar conmigo. Nunca comprendí su trabajo ni su razón de existir. Y como en la cocina no había ningún entretenimiento, de manera eventual dejé de aproximarme, mas nunca dejó de intrigarme.

Ingresé a la secundaria y, sin percatarme, comencé a olvidar. Todavía me desvelaba, pero ya no había ninguna silueta en la ropa ni desaparecían cosas en mi casa. Pensé que quizás los monstruitos de la tela sí eran producto de mi cabeza después de todo.

Por las noches, continúo desobedeciendo las órdenes de mamá, repitiendo el proceso inicial y esperando un posible retorno. A veces me levanto en la madrugada a hurgar entre el montón de ropa desordenada, pero aún no tengo éxito en mi búsqueda.

¿Por qué los seres y sombras decidieron aparecer ante mí cuando era pequeño? ¿Qué hacía la quimera siempre sola? ¿Los monstruos también sienten miedo? Pensando en retrospectiva, yo nunca tuve miedo de ellos.

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Comentarios (1)

¡Que bonito cuento! Yo siempre tuve miedo de ellos, pero ahora siento que en realidad me cuidan y yo a ellos.

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